…..fue entonces cuando decidí fabricar espejos…
…la vida, es un estado mental…
Camino por la calle a un ritmo constante, una marcha que tiene algo de gloriosa. La tierra vibra en mis pies con cada paso. Voy haciendo, sin saber cómo, que las luces de los semáforos cambien de manera que mi marcha no se detenga. Semáforo es el que lleva las señales. No abuso, cuando estoy por llegar al cordón ya les doy paso a los autos. Sólo uso el verde y el rojo. No hay, no puede haber, precaución en esta marcha.
Entro a casa. Dejo el teléfono y las llaves en la mesa. Pruebo unas chauchas que dejé en la olla y escucho al locutor de la radio que dice, ¡bien, llegaste! Y empieza un tema. Vengo a escribir.
Vuelvo a la cocina y lavo arroz pensando qué banda será la que está sonando. Cantan en inglés y no llego a entender lo que dicen. Pongo el arroz en el fuego y termina la canción. La primera voz que escucho me dice la ciudad te está escuchando. No lo puedo creer, soy puro asombro.
Mientras escribo suena el timbre. La voz en el portero me dice al oído que es el empleado de Gamuzzi, que necesita tomar los datos de los medidores de gas. Cruzo el pasillo y le abro. Se agacha y anota en su planilla. Le miro el corte de pelo y la mano escribiendo en unos casilleros. Huelo el desodorante fuerte que usa. Veo por último su espalda saliendo y su voz grave que me dice gracias campeón. Cierro y me meto en casa pensando que alguien se está riendo conmigo.
Hablaba blá seguía bla hablando bla y bla.
Me manguereaba con su dictado. Mangueaba haches y eles de mi conciencia como si fuera la suya, sin detenerse a esperar ni a pedir permiso, haciendo, digámoslo claro, de su mangueo un hurto.
Contrabandeaba mi frontera, se reía de la aduana, el puesto aduanero enclenque y sin funcionarios, no le importaba sacar nada de mi país, sólo quería llenarlo, castigarlo con pateras burbujeantes, repletas de hambrientos, quería, sin saberlo, sacarse todas aquellas sobras de encima, posteármelas a su gusto y largarse muy campante.
Padecía el vacío de todo hijo de su madre y se dolía pedaleando sobre él.
Había que vernos. Todo un espectáculo.
Había que verme. La impotencia hecha raíz cuadrada.
Violaban mi contorno, amenazaban, se mofaban de él sus habladurías de gallinero y mientras tanto yo solo no podía.
Con esfuerzo izaba un banderín de alerta aquí y allá. Me latía un párpado.
Construía lentamente un agujerito del tamaño de mi nariz y hurgaba a través de él por alguien que reclamara mi estado, un pueblo que fundara mi capital, que me diera una constitución y hasta un cargo. Un martillo de juez, eso me hubiera gustado, o un cargo, era todo lo que necesitaba, lo deseaba, sabía que era lo único que podría darme hincapié, un encargo de zanahoria para mis orejas de conejo.
Abandonado
1
No llegue a tiempo
del último transporte
me quedé en una ciudad
que ya no es ciudad
no hay
prisiones
relojes
agua
disfruto
de unas soberbias vacaciones
extemporáneas
realizo largas excursiones
a lo largo de las avenidas de casas quemadas
avenidas de azúcar
de vidrios rotos
de arroz
sería capaz de redactar un tratado
sobre la súbita mutación
de la vida en arqueología
2
hay un enorme silencio
a la artillería de los suburbios
se le atragantó su propio valor
alguna vez
se oye tan solo
la campana murallas que se derrumban
y el leve tronar
de planchas que el aire balancea
hay un enorme silencio
antes de la noche de los depredadores
a veces
en el cielo aparece
un absurdo aeroplano
que lanza octavillas
incitando a la rendición
de buena gana me entregaría
pero no tengo a quién
3
ahora vivo
en el mejor hotel
el portero asesinado
sigue en su puesto en recepción
desde una colina de escombros
paso directamente
al primer piso
a los apartamentos
de la ex amante
del ex del jefe de policía
duermo sobre una sábana de periódicos
me cubro con un cartel
anunciador de la victoria final
en el bar quedaron
remedios para la soledad
botellas con un líquido amarillento
y una etiqueta simbólica
–Johnnie
levantando su sombrero de copa
se aleja raudo hacia Occidente
a nadie guardo rencor
por haber quedado abandonado
me faltó suerte y destreza
la bombilla
del techo
recuerda a una calavera boca abajo
espero a los vencedores
bebo por los caídos
bebo por los desertores
me deshice
de los malos pensamientos
me abandonó incluso
el presentimiento de la muerte
Entre nubes blancas, una visita de 86 minutos a los ermitaños budistas chinos en las montañas de Zhongnan…
Pasa el día sentado frente al fuego cuando es invierno
y recostado en una hamaca que colgó bajo los sauces en verano.
Apenas puede leer lo que él mismo ha escrito,
sus ojos cansados ya no buscan más en el horizonte la llegada de amigos.
Sabe que la mayoría han muerto y los que siguen vivos, como él,
ya no pueden ir a ningún lado.
Cada tanto una vecina pasa más que nada para curiosear,
le pregunta si comió, cómo está, si le duelen los huesos…
Chácharas de vieja, dice él, y contesta displicente,
pero el día que la vecina no golpea su puerta
se pregunta qué habrá sucedido.
Dos veces al día camina con pasos flojos
hasta la costa del río y trae unos baldes de agua.
Es poco lo que consume,
casi toda el agua se va en regar unas verduras
que apenas se distinguen de los yuyos… a él no le importa,
riega como respira, porque sí.
Se prepara un poco de té, otro poco de sopa y de eso vive.
Algunos días abre una botella de vino
de las tantas que guardó cuando se creía inmortal…
¿¡Pero cuántos años pensé que viviría!?, se pregunta divertido
cuando ve las botellas en su despensa.
Ya no extraña casi nada,
poder comentar alguna línea que se le cruza
cuando tirando en la hamaca no puede dormirse.
Por las noches su lámpara permanece encendida
hasta cualquier hora, la apaga porque ya es de día
y no necesita de esa luz que simplemente fue una compañía.
Cuida que todo esté limpio y en orden
para que el día que lo encuentren
nadie comente que era un viejo descuidado.
Ya no reza, ya no pide, ya no espera.
Está en paz, sin hambre, sin sed,
sin curiosidad,
simplemente eso, suavemente,
vive.
Shou Tiao Chuang, 吊床守, o Shou Tiao Dzhu Ren, 吊床主人(Cuidador de Hamacas). Vivió alrededor del año 260, en el reinado de Wei, en Chu Lin, 竹林, (Bosque de Bambúes), en la Prefectura de Shan-yang, cerca de Lo Yang.
Junto a su entrañable amigo Lao Kan Tzan, 老看蚕, (Viejo Escrutador de Orugas), formaban parte del grupo de intelectuales que emigraron al sur al caer la dinastía Chin del Este en poder de los bárbaros del norte.
Frecuentaban, sin ser muy reconocidos, al grupo de los Siete Sabios del Bosquecito de Bambú, y generalmente componían poemas que se enviaban uno a otro. No gustaban mucho de sociedades ni grupos literarios, más bien se juntaban en el Bosquecito de Bambú para tomar vino, mirar la luna, reírse de los cuentos que allí se contaban y componer algún poema junto a sus amigos.
Es poco lo que se sabe de ellos y por escasas menciones en alguna de las tantas anécdotas de sus amigos famosos, los Siete Sabios, pero a través de esos datos y lo que cuentan en los pocos poemas de ellos que quedaron registrados, podemos inferir algo de sus vidas. Lao Kan Tzan era menor que Tiao Chuang, pero este se consideraba su discípulo. Vivían retirados, con pocos amigos debido a un carácter hosco y de poca paciencia para con sus ‘cretinos congéneres’ y su humor bastante ácido que les acarreó singulares inconvenientes como a muchos de su generación. Ambos nombres son literarios y no se conocen sus nombres familiares. Sabemos por los poemas de su amigo que Lao Kan Tzan murió joven. Sus obras, poco difundidas dado el nulo interés de sus autores en ser reconocidos, reflejan el espíritu de aquella época, y de aquellos que fueron llamados Los Libres e Irrestrictos (cap. 23 del Shih-shuo Hsin-Yu, 世說新語, Nueva Recopilación de los Cuentos del Mundo, de Liu I-ch’ing). Disconformes, borrachines, abrumados, perplejos ante lo que la vida trae consigo. Observadores no participantes, que vivían retirados y a contrapelo de los dictámenes de la sociedad que les tocaba en suerte. No se ocuparon de su obra a la que juzgaban sin importancia y de mero entretenimiento, y lo poco que se conserva ha sido por menciones de otros poetas o libros de eruditos de años posteriores, como en el Chin Shu, 晉晝 (Historia de la Dinastía Chin) de Fang Hsuan-lin, del 644, el Shui-chin Chu, 水經注 (Un Comentario al Clasico de los Ríos) de Li Tao-yuan (527), en el que se adosan cuantiosos comentarios y anécdotas que el autor recoge de distintos sitios a través del curso de las aguas que describe, y el T’ai-p’ing kuang-chi, 太平廣記, Pasajes Extendidos del Reino de la Gran Tranquilidad, compilación ordenada por la casa imperial a cargo de Li Fang, aproximadamente en el año 980.
AL MONJE DE LA MONTAÑA HELADA
Hace tiempo que no se detienen carruajes
frente a mi portón.
Tampoco llegan los antiguos
proveedores.
Todas las cuentas pagadas
pero aún no consigo
seguir tus pasos
y dejar que el arroyo
limpie mis oídos.
Me encuentro en la plataforma de un tranvía, completamente en ayunas de mi posición en este mundo, en esta ciudad, en mi familia. Ni siquiera casualmente sabría indicar qué derechos me asisten y me justifican, en cualquier sentido que se quiera. Ni siquiera puedo justificar por qué estoy en esta plataforma, me cojo de esta correa, me dejo llevar por este tranvía. Las personas esquivan el tranvía, o siguen su camino, o contemplan los escaparates: nadie me exige esa justificación, pero eso no importa.
El tranvía se acerca a una parada; una joven se acerca a la puerta, dispuesta a bajar. Me parece tan definida como si la hubiera tocado. Esta viste de negro, los pliegues de su falda están casi inmovibles, la blusa ceñida y tiene un cuello fino de encaje blanco, su mano izquierda se apoya de plano sobre el tabique, el paraguas de su mano derecha descansa sobre el segundo peldaño. Su rostro es moreno, la nariz, levemente contraída a los lados, tiene punta redondeada y ancha. Su cabellera es abundante, oscura y se advierte algún vello en su sien derecha. Su diminuta oreja es breve y compacta, pero como estoy cerca puedo ver todo el pabellón de la oreja derecha, y la sombra que produce en su rostro.
En ese momento me pregunté: «¿Cómo es posible que no esté asombrada de sí misma, que sus labios estén cerrados y no digan nada por el estilo?»
Cuando encuentro una hermosa joven y le ruego: «¿Quiere usted acompañarme?» y ella pasa sin contestar, ese silencio quiere decir esto:
–No eres ningún duque de famoso título, ni un fornido americano con porte de piel roja, de ojos equilibrados y tranquilos, de una piel curtida por el viento de las praderas y de los ríos que las atraviesan, no has hecho ningún viaje por los grandes océanos, y por esos mares que no sé dónde se encuentran. En consecuencia, ¿por qué yo, una joven hermosa, habría de acompañarte?
Yo le respondería:
–Olvidas que ningún automóvil te pasea en largos recorridos por las calles; no veo a los caballeros de tu séquito lanzarse detrás de ti siguiéndote en estrecho semicírculo, murmurándote bendiciones; tus pechos parecen perfectamente comprimidos en tu blusa, pero tus caderas y tus muslos los compensan de esa opresión; llevas un vestido de tafetán plisado, como los que tanto nos alegraron el otoño pasado, y sin embargo, sonríes –con ese peligro mortal en el cuerpo– de vez en cuando.
Ya que los dos tenemos razón, y para no darnos irrevocablemente cuenta de la verdad, preferimos, ¿no es cierto?, irnos cada uno a su casa.
BONUS TRACK
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Odiada
intangible
y las venas convertidas
en túneles de sosiego y peligro
inundan el cuerpo en mil sueños
cuando la leve espuma de la sombra
anuncia las visiones
que presiento.
Cual perfil de viento en el aire quieto
un temblor incierto persiste
en el espacio que mi cuerpo invade
en la luz que descubre y pervierte
la memoria gótica del terror
que siento.
Y se convierte finalmente en silencio
entre las ruinas del insomnio en el amanecer
en la más feroz sentencia imaginable
en el miedo definido a que me deje
condenado a vivir solo
con mis presentimientos.
Alan’s Psychedelic Breakfast
Sí, hágame el favor, un
golpe en esta oreja. ¿Quién regala
la irrealidad de ser miope?
Cada mano
en su aspecto
Exactamente alguna casa que se quema
Me hirieron traidores
por tus pasos en la calle.
La exactitud de la casa que se quema
Porque
en el ritmo de las campanas ¿será inútil reflejarse?
Psychedelic
Psychedelic
(Repita)
¿Cómo dices?
Sería inútil.
Yo sé lo que me espera cuando
vuelvo.
Por favor ¿sería inútil?
Bebe un poco
acostándose en la hierba
amándonos en la boca
de la vaca prisionera…
¿Qué es el dinero?
¿Cuál es el valor «real» de una moneda?
¿Cómo se crea el dinero?
¿ Qué es y Cómo se crea la Oferta Monetaria?
El problema del dinero electrónico.
Contador de la Deuda Total de EEUU en Vivo (Vertigo)
Ya me han contado hasta ocho
Conocí a un genio